La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día

 

     La vida con su encantamiento mágico entrelaza senderos que nos conduce a encontrar el camino del recuerdo.

     Cuando caminamos y vemos nuestra sombra delante de nosotros, siempre la seguimos porque sentimos que nuestra espalda está protegida por un escudo de cálidos rayos cristalinos, presagio de suave primavera.

     Ese suave presagio de primavera nos invita a dejar de ver el cielo azul entre barrotes para salir a la libertad y observar la belleza del universo vivo en las flores abiertas de los caminos que nos regalan su fragancia y belleza.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

     La naturaleza siempre ha permitido que la razón y la imaginación de los seres humanos construyan un mundo mejor para todos; sin embargo, el mundo sigue estando en crisis y los seres humanos fragmentados por el egoísmo, la ambición de poder y el terror como medio de imposición, lo que ha creado fisuras en el alma y profundas heridas.

     Hemos perdido el sentido mismo de nuestra existencia al dejar de mirar al cielo azul, lugar de belleza y armonía, que como un espejo se refleja a cada instante en la tierra, para recordarnos que nuestra existencia puede ser auténtica si vivimos con valores y valentía o falsa si vivimos bajo el engaño y las apariencias.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

     El deseo de vivir se acompaña de un deseo de belleza y alegría. Vivimos sin comprender la vida. La vida no solo es un espacio temporal limitado por el reloj del tiempo. La vida es mucho más. La vida es la aventura del espíritu y la magnificencia de la tierra florida que cada cuerpo puede observar.

     La vida es buscar, buscar, buscar, ser nómadas y amigos del viento, caminar por vergeles y desiertos donde encontraremos piedras preciosas y pedruscos, así como a otros caminantes que nos acompañarán y después de un cierto momento seguirán su propio camino. Unos nos dejarán huella con sus ideas, otros con el amor de su corazón y otros con sus violencias.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

     El horizonte se ha abierto para que podamos viajar al mundo sensible y gozar de la delicadeza de una gota de agua que crea un río en el cristal de la ventana cuando el otoño nos da la bienvenida.

    Las enseñanzas en el templo de las Musas nos obsequiaron con el conocimiento de que la humanidad es un conjunto de hombres y mujeres libres —individuales, diferentes, irrepetibles—, que están en el mundo para hacer cosas, crear y buscar una nueva visión de la vida asumiendo su libertad —errores, falta de certeza, miedo, angustias—. Hay una fuerza dentro de cada ser que despierta cuando los humanos se pierden y se encuentran. Esa fuerza es la que hace que valga la pena vivir, la que marca un sentido, abandonar la hipocresía y la mentira para ir en busca de la verdad y alegría.

     Nuestros antepasados comprendieron que la vida es un desafío de los dioses, el ser humano debe descifrar el enigma del espíritu que se encuentra en la movilidad e inmovilidad del cielo azul que se esconde bajo nuestra piel.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

     Mirando mi sombra y sintiendo los cálidos rayos del sol que hacen funcionar las ruedas de mi corazón, me doy cuenta de que podemos estar en la ciudad del olvido recordando que somos caminantes en una tierra de sueños y podemos escribir con mano firme el destino de los ideales que sentimos.

     En la ciudad del recuerdo, la vida guarda un tesoro envuelto en seda, la sabiduría y el conocimiento. En este viaje del olvido al recuerdo, la vida nos acompaña siempre en nuestro camino, porque la vida somos nosotros mismos.

La vida, esa silueta de espaldas que se aleja cada día…

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