La estatua de piedra


         
     Dicta una vieja leyenda este sabio consejo:

     «Si dejamos que las penas endurezcan nuestra alma, nuestro corazón acabará convirtiéndose en piedra y con él todo nuestro cuerpo.»

     Quedó la espada rota al penetrar en su cuerpo, porque aquel fiero acero, siendo tan férreo, no pudo atravesar su endurecido corazón. Todo su cuerpo se había petrificado, y ya no era de carne, sino de piedra.

     Fue justo lo que le sucedió a aquel gran caballero, que al despertar un día, comprobó con asombro que ya no era el mismo: se hallaba completamente quieto y de pie junto a la entrada del mausoleo familiar, con sus músculos agarrotados y la piel blanca y marmórea; sin aliento e incapaz de moverse. Se miró una y otra vez y palpó su cuerpo entero, guardándose el horror y la pena para muy adentro. Y sin poder derramar lágrima alguna —pues una roca no las tiene— lo comprendió todo al instante:

     «Se había transformado en estatua de piedra.»


(De cuaderno de la Cuarentena-Covid-19)

J.L. Pacheco