Odio



                                                       
Odio ese agua sucia
y envenenada
que al discurrir por la cabeza
enturbia nuestro espíritu:
delicada maquinaria...,
que como el aire mismo
que respiramos
nos hace
vivir humanamente.

Odio ese habla irreverente
de los falsos:
lenguas viperinas
prestas siempre
a mentir y a conjurar,
que como un fluido tóxico
que respiramos
nos hace
vivir míseramente.

Y odio esas sonrisas baratas,
hipócritas y prestadas:
artilugio ad hoc elaborado
para convencer
a los bobos y mediocres,
que como una astuta letanía
que respiramos
nos hace
vivir indignamente.

Pero no es ni el odio
ni el asco lo que me mueve
a decir todo esto
es la pena y la tristeza
que como un lastre,
un peso muerto
atado al cuello,
dentro de mi corazón
siento.



(De Cuaderno de la Cuarentena Covid-19)

J.L. Pacheco.