Inerte cae la noche, cual la sombra
de aquello que se teme y no se nombra.
Noche de negro espejo o encerado,
para plasmar un sueño imaginado.
Mágico marco, en el empeño
de dibujar un rostro en nuestro sueño.
Enamorarse al alba, al despertarse
y sobre el corazón, sobresaltarse.
Entretejer el día, como un broche
que brillará al ocaso de la noche.
Noche que, entre la seda y terciopelo,
vuelve para brotar en nuestro anhelo.
Noche que va creciendo en los temores,
para guardar la almohada en mis amores.
Nácar de luna llena o mar inmenso,
que vuelve a mi corazón, cuando te pienso.
Ojiva del pensamiento en noche eterna,
que asciende y se desliza por mi pierna.
Te siento cercana y libre sobre el lecho,
cuando el amor sentimos por derecho.
Y vuelves para colmarme, si es preciso,
sobre mi corazón, en un inciso
que llena mi espacio, simple y llanamente,
porque te siento dentro de mi mente.
Mi corazón, vibrante y extasiado,
en esta noche al fin, se ha enamorado
y siente un nuevo día, al despertar,
como el inicio de un buen caminar.
Amante de la noche, en sueño altivo,
que encuentra en el amor, su fe y motivo.
Noche para saber, que el verbo amar,
se debe tener en cuenta al conjugar.
Tú me enseñaste a amar, yo soy tu alumno,
poeta entre mis rimas de amor nocturno.
Escrito en Octubre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
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