Como la luz del día.


Amante por un tiempo impenitente,

sobre un rumor de agua, complacido 

por este corazón enardecido,

amante en un silencio diferente.


En su quietud, el cuerpo se adormece,

por la ebriedad del gozo compartido,

en esa levedad, adormecido,

tendido en una sombra que perece.


Mis besos, acuñados en tus labios,

reciente es el impulso, que me enerva 

en esa vibración que siempre observa:

Los besos silenciosos no son sabios.


Estallan por amor, con el sonido,

que buscan despertar algo distinto,

meciéndose en el brote de un instinto

y dulcemente el beso es compartido.


Amor que reverbera lentamente,

en esa salvedad, libre de enojos,

prendido por el brillo de tus ojos,

reinando en los espacios de mi mente.


Resuelvo mi tensión, en la agonía 

de quien lleva la luz a sus adentros 

y quiere amar de nuevo, en los encuentros,

como quien vuelve a ver la luz del día.


Escrito en Junio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

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