Llovió sobre las hormigas con alas, sobre los tejados, sobre las cigüeñas de la torre de la iglesia, sobre los animales domésticos y salvajes, sobre Santa de la Sierra toda. Pero las alas de las hormigas eran demasiado frágiles; tanto que se rompieron bajo la potencia del golpe del agua de lluvia. Daba lástima verlas arrastrarse por la tierra mojada, buscando desesperadamente un refugio. No fue así para el campo. Aparecieron primero las hierbas delgadas, finalmente reverdecieron las hojas de los árboles. Tras la tormenta, el azul del cielo y el verde pintaron el mundo de vida. Todos estábamos contentos. Las hormigas no, por eso desde entonces viven en sociedades subterráneas.
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La palabra de inicio de texto está subrayada para indicar que es la última del texto anterior. Y la última de éste para indicar que será la primera del siguiente.
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ResponderEliminarEl microrrelato se amolda como anillo al dedo a la estructura de este tipo de textos. Con cierre final a la manera de una fábula que invita al lector a hacerse preguntas que van más allá de la superficie de las palabras. ¿Quiénes son esas hormigas protagonistas? ¿Somos los humanos como hormigas asustadas frente a la ira de los elementos de la Naturaleza? Además, al parecer, nuestro amigo Santiago Solano promete desvelarnos algunas curiosidades acerca de esas sociedades subterráneas. Estaremos atentos. Felicitaciones.
ResponderEliminarGracias José Luis por estar aquí, por leer, por comentar, por ser tan buena gente. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por tus afectuosas palabras. Un abrazo y feliz día.
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