Nada puede perturbar el rostro impenetrable,
de quien sabe que la respuesta está
a la vuelta de la esquina.
Su voz suena a bordón de laúd, grave y con
el aplomo del paso de los años
y la experiencia de la acritud de los días grises.
Hoy la calle es una larga prolongación
de mis pensamientos, que divagan sobre
un encerado, recortado por las sombras que,
fueron hendidas por mis pasos.
El camino se abre hacia un espectro luminoso,
que se proyecta en los charcos bajo el sol.
Han llovido tristezas y se derramaron sonrisas
que volaron hacia el ático
de todas las esperanzas.
Adusto el gesto prolongado en el silencio,
junto a una mirada perdida, sin una respuesta
que dar a cada incógnita planteada.
Nada se sabe o no se dice, pero todo queda
recamado en el compás de las horas,
sobre la danza inequívoca de un tiempo laso,
que queda remitido en la memoria colectiva.
Escrito en Octubre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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