EL SILENCIO INGRATO
de la noche callada
juega al escondite
con la inocencia
de las estrellas.
Sobre la mesa
descansan los últimos
poemas de la jornada.
Sus abnegados versos
esperan poder partir.
Desean huir por los caminos
traviesos de los sueños.
Quieren abandonar,
definitivamente,
la apatía de una jornada
estúpida, llena de absurdos complejos,
y afrontar, con decisión,
los compromisos secretos del alma.
Leerte siempre tiene interés. Aunque no nos veamos, el mejor modo de comunicarse entre escritores es leer lo que pensamos y emitimos. Qué bonito final del poema... y que buena crónica personal de la cotidianidad del pensamiento en todo él. El silencio, a veces es ingrato... y otras es la cuna de lo creamos.
ResponderEliminar