LAS EMOCIONES DEL AYER

huyen por sendas traviesas.

Grises recuerdos
van desapareciendo por largos
pasillos blancos,
entres paredes salpicadas
de errores nauseabundos.

Vagan, como locos,
hacia sueños marchitos
llenos de flores amarillas,
marchitas, prematuramente,
en camposantos nebulosos.

Con el tiempo los relojes
dejaran de susurrar
y los versos cotidianos
se despojarán del frío
intenso de las lágrimas.

Entonces, la ternura
pondrá orden en las cicatrices
del corazón.

Lentamente cerrará todas las heridas,
bebiéndose todas las amarguras
que nos dejaron las ausencias.

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