Tengo apenas diez segundos, antes de irme.
Me resguardo entre las sombras y soy
esa llama inquieta que devora el aire,
hasta extinguir su vida.
Una fatal inercia, me impulsa
a seguir mi camino, sin cambiar las herraduras
de mi cabalgadura o mi destino.
Creo en la firmeza de lo inusual y su blanda
consistencia, que evita que se resquebraje,
cuando el tiempo cae inexorablemente
sobre su frágil cuerpo.
Tengo el tiempo necesario para escribir
mi epitafio, sin palabras grandilocuentes.
Con la sencillez de una flor, que ve marchitar
sus pétalos y cae sobre la tierra, a la espera
de su abrazo.
He soñado siempre y he dormido poco.
Mis tesoros caben en una bolsa de tela,
llena de canicas, y el amor fue un intento
de sobreponerme a mi propio deseo de volar
sin alas.
He caído muchas veces sobre mi propia lápida
y he roto el frío mármol, que me separaba
de mi propia realidad.
Me han mentido muchas veces
y lo siguen haciendo. Me hago el tonto,
para que crean que les dedico mi atención,
mientras vuelo sobre sus cabezas
y me alejo lentamente, sin que lleguen
a apreciarlo, pues andan muy ocupados
mirándose su ombligo.
Escrito en Octubre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”
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