La madrugada lentamente

LA MADRUGADA, LENTAMENTE,

se va adentrando
en las sendas misteriosas
de los poemas ebrios.

Las horas, perezosas,
contemplan como los versos
se descuelgan de las rimas
de un poema imperfecto.

Sobre la mesa,
las cuartillas, en blanco,
esperan las palabras
confusas del poeta.

Las lágrimas no le permiten
contemplar los sueños
fugaces de la noche.

Se desespera. Huye.

La madrugada tampoco
parece comprenderle.

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