Corres desaforado hacía el andén
y rodeas la esquina
arrasando inconsciente
todo lo que a tu paso se atraviesa.
Ya llega tu convoy,
te instalas como un zombi
en un lugar cualquiera
y tu mano adictiva busca con ansiedad
el pequeño aparato,
y con dedos febriles pulsas emoticonos,
tal vez muchos “me gusta”
pues estás conectado con amigos del mundo
que no saben de ti, más de lo que les cuentas,
que no ven tu mirada,
tampoco oyen tu risa, cada vez más ausente.
Porque en esta serpiente que repta bajo tierra
parece que no existen pulsaciones
que nos identifiquen como humanos.
Paisaje bajo el asfalto. Por Adoración Rosado Merchán.
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Muy ilustrativo.
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