Todo cambió bruscamente

TODO CAMBIO BRUSCAMENTE

La Navidad nos dejó 
el aroma cálido del atardecer, 
con deliciosos sabores 
a esperanzas, recién horneadas. 

Las ilusiones, rellenas de chocolates 
exquisitos, presagiaban amaneceres 
luminosos que mostraban 
un horizonte claro y diáfano. 

Sin embargo, todo era un espejismo. 

De repente, Imágenes enloquecidas 
iban borrando las emociones 
más vulgares de los hombres. 

Los abrazos, tiritando de frío, 
huían avergonzados por las esquinas 
de un tiempo desconocido. 

No sabían dónde podrían encontrar 
la dulzura de los besos perdidos, 
entre la niebla amarga 
de la cruel incertidumbre, 

Detrás de las ventanas 
se podían escuchar palabras amables 
y una alegría contenida, 

donde se brindaba, con miedo, 
por futuros acontecimientos que, quizás, 
jamás se podrían celebrar. 

Los versos cotidianos 
se deshacían entre murmullos 
dolorosos. Las palabras lanzaban 
gritos desesperados al abismo 
de los silencios. 

Todo cambió. De repente, el horizonte 
se fue llenando de sombras 
que, cada noche a las 20,00, h, 
llenaban los balcones de inquietudes 
llenas de miedo.