Pongo mis dedos
sobre tu delicada espalda
y siento que en ella
se quiebra mi voz
Busco en mi pecho
los frutos de tu boca
que fueron ya morada
en mis sueños sin fin
Son esas cosas raras
que nadie comprende
y a la lógica del mundo
quieren combatir
Como que no podemos
atravesar muebles y paredes
como que no es posible
estar en dos sitios a la vez
Ser la llama gloriosa
de tu cuerpo de ángel
y un pequeño nudo agitado
en mi triste corazón
Saber que me amas
sobre todas las horas
y sufrir al mismo tiempo
por tu amor hacia mí
Son esas cosas raras
que nadie comprende
y a la lógica del mundo
quieren combatir
Como que tú mueves mis manos
Como que yo respiro por ti
dos cuerpos propios e indivisos
con un sólo alma en común.
J.L. Pacheco.