ENTRE SIENCIOS CONOCIDOS,
cada noche, recorro
senderos extraños,
difusos.
Busco, como un pobre mendigo,
un grito que pronuncie
mi nombre y diluya
en el viento frío,
de las tardes ausentes,
todas las imágenes horrorosas
que hay que soportar
a lo largo de jornadas
apáticas,
Me conformaría con un simple murmullo
que me mostrará la luminosidad
de horizontes inquietos
y me enseñará
como terminar, definitivamente,
con el eterno poema que se resiste.
Quisiera escapar de tantos versos
estúpidos. Solo pretenden arrojarme
al abismo de las palabras ausentes.
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