en un tiempo egoísta.
El desdichado poeta
llora en la soledad de una noche,
intranquila, por los acontecimientos
que pudo disfrutar.
Las lágrimas grises
inundan la blancura
y su amigo busca, como un loco,
los consuelos de los silencios.
Desean encontrar
el camino para poder huir
de sus miedos,
quiere convocar a sus compañeras
y dibujar el ansiado poema.
Es muy duro escapar
del destino!
Necesita traspasar las líneas rojas,
detener el tiempo frenético
de unos relojes arrogantes
que, en la quietud del atardecer,
roban las últimas esperanzas.
Las palabras, impacientes, esperan.
Tal vez, mañana,
el poeta consiga ver la luz
y las llame, por fin,
el poeta consiga ver la luz
y las llame, por fin,
para escribir el deseado poema
en el rostro maternal
de la madrugada.
en el rostro maternal
de la madrugada.
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