Bilbao- 26- Agosto- 1983.


La lluvia  derramada

que  se sumerge traidora, 

es simiente portadora

de la peste emponzoñada.



Y hace brotar la tierra,

brutalmente desgarrada,

avanzando incontrolada,

de lo alto de la sierra.



Mezclando el lodo y las piedras,

en su  paso despiadado;

deja todo destrozado 

y en la ciénaga lo entierra.



Un pavoroso clamor,

en una noche intranquila,

toda la ciudad vigila,

presa de un ciego terror.



Paredes que  se desploman,

por fuerza de las corrientes 

y las gentes, impotentes,

a las ventanas se asoman.



En medio de una cortina

 de lluvia intensificada,

la población, asustada,

se reúne en una esquina.



Intentan salvar, en vano,

los pequeños comerciantes,

los vecinos, los viandantes,

todo cuanto está en sus manos.



Mas, con la enorme riada,

las aguas han inundado 

pisos bajos y el mercado;

la calle queda arrasada.



Flotando en un laberinto 

de troncos, agua y de lodo,

absolutamente todo 

lo conocido es extinto.



Bilbao, con la inundación 

se quedó desfallecido 

y sus puentes lo han  sufrido,

incluyendo a San Antón.



Entre el caos y confusiones,

entre lamentos perdidos,

buscan desaparecidos,

entre calles y cantones.


La Cruz Roja, Ayuntamiento ,

La Dya, Diputación,

trabajando con tesón,

tareas de salvamento.



En hechos y en  atención,

por la noche y por el día,

ejército y policía 

y la radiodifusión.



Yace Bilbao, este día 

que debiera ser hermoso,

tras un hecho pavoroso,

en su Aste Nagusia.



Escrito en Agosto 1983 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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